Plan de acción del 12º Congreso de CCOO de Catalunya

Guía ponencia

Introducción

La fuerza de los trabajos

Encaramos el proceso congresual con el reto de ser activos en la construcción del futuro del mundo del trabajo. Los cambios tan profundos que se están dando en el tejido productivo y que modifican las relaciones de trabajo y las relaciones sociales no se pueden hacer sin contar con nosotros. Queremos cambios que sean un avance de los valores de la democracia y que abran las puertas de las empresas y la economía a la participación de la ciudadanía, de las trabajadoras y los trabajadores.

Queremos una industria de carácter nacional con valor estratégico para hacer frente a situaciones de crisis. Queremos cambios que dignifiquen todos los trabajos y vidas. Cambios que, mediante el trabajo, el feminismo yla lucha contra el cambio climático y la protección de la salud, deben avanzar rápidamente hacia la justicia social. Nos comprometemos con la construcción de un modelo económico y productivo que ponga en el centro a las personas y sus necesidades básicas, que sea respetuoso con el medio ambiente, que fomente una economía circular que respete el planeta y una transición justa que no deje a nadie atrás, que reconozca la importancia de la sostenibilidad de la vida. Son cambios para poner a las personas en el centro de las prioridades políticas, con los que los servicios públicos desarrollen su función como garantía de derechos de ciudadanía. Queremos un estado del bienestar fuerte, y por eso es primordial destinar más recursos a los servicios públicos y crear empleo público de calidad. Luchamos por la democratización del uso de los datos y de todas las potencialidades de la digitalización con visión de género y sin estereotipos sexistas, así como por la necesaria independencia de los medios de comunicación, herramientas primordiales, como el mundo de la cultura, por su valor social al servicio de una sociedad libre y crítica.

Queremos poner en el centro el valor social de los trabajos, su papel en la sociedad, el carácter esencial para desarrollar un proyecto de vida, un modelo de sociedad que lucha porque la redistribución de la riqueza en la disputa de los salarios y las condiciones dignas de trabajo sea la principal palanca de justicia social.

Desarrollamos nuestro 12º Congreso en medio de una pandemia que nos ha sumergido en una nueva crisis de alcance desconocido hasta ahora. Una crisis sanitaria con miles de personas fallecidas; una crisis económica por el paro de la oferta y la demanda a la vez, y una crisis social que sufre el incremento de las desigualdades y de la pobreza con una incidencia desproporcionada para las mujeres y con cambios radicales en las relaciones sociales y la sociabilidad colectiva de la ciudadanía. Nuestras propuestas no pueden ser ajenas a la realidad actual, por lo que el sindicato se ha anticipado a su congreso y ha construido, con la colaboración de la sociedad civil, propuestas que son la columna vertebral de nuestras proposiciones congresuales.

También hemos impulsado de nuevo una segunda Asamblea sindical abierta que ha permitido que miles de personas afiliadas puedan participar en la construcción de las bases de las propuestas para este congreso. Es una apuesta firme que sigue poniendo de relieve el valor de pertenencia a CCOO, los valores de la militancia, del apoyo y de la ayuda mutua entre trabajadoras y trabajadores, de la solidaridad y de la lucha por el bien común, que expresan las miles personas que han participado activamente.

En la carta de convocatoria del congreso definimos con perspectiva de género cinco ejes de debate en la construcción de la propuesta sindical de los próximos años:

  • Reforzar la democracia
  • Pacto verde europeo (New Green Deal)
  • Avanzar en igualdad
  • Trabajo digno y protección social
  • Fortalecer el estado del bienestar

La propuesta congresual también debe redefinir las políticas organizativas para seguir reforzando la utilidad del sindicalismo confederal, y es
por eso trataremos un eje específico:

  • Una organización que se adapta a los nuevos retos

Seis ejes de debate que darán pie a seis resoluciones que conformarán el plan de acción de la CONC para el próximo mandato sindical.

1. Reforzar la democracia

Democracia institucional

El actual modelo de globalización está condicionado fuertemente por poderes no democráticos, como los mercados financieros y las empresas multinacionales, y afecta negativamente a las decisiones de los gobiernos democráticos y de la población en general. En este mundo global e interdependiente, las decisiones están interrelacionadas. Las soberanías compartidas y la cooperación institucional pueden dar mejor respuesta a las necesidades de la gente. Es necesaria una estructura institucional que articule, coordine y dé eficiencia a la acción de los diferentes niveles de administración y gobierno, y que se dote de un modelo de afianzamiento coherente que garantice la capacidad de decisión, de acción y de respuesta de cada nivel, desde la corresponsabilidad y la solidaridad.

Democracia económica

Una democracia no está llena si no llega al gobierno de la economía ya los centros de trabajo y facilita la participación de la ciudadanía y de los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones. Es necesario impulsar cambios legislativos que favorezcan la participación de la representación sindical de los trabajadores y trabajadoras en las decisiones empresariales. En el ámbito público es clave la redistribución de la riqueza mediante una fiscalidad que facilite la inversión pública para hacer frente a los retos actuales y una protección social que garantice igualdad y cohesión social.

La concertación social entre agentes sociales y poderes públicos es indispensable para la construcción de consensos y la vertebración democrática del país. Por eso proponemos marcos estables de diálogo social en todos los ámbitos territoriales (local, comarcal, metropolitano y nacional).

Es necesario recuperar la participación y el control público y social de los sectores estratégicos, garantizando la presencia y la capacidad de decisión de los poderes públicos en los consejos de administración de las empresas que actúan en sectores estratégicos y reforzar los mecanismos de transparencia, rendimiento de cuentas y la lucha contra la corrupción.

En la época de la digitalización se hace imprescindible la democratización del uso de los datos y de todas sus potencialidades. Es necesario garantizar el control democrático, político y social de las decisiones sobre el uso y la disposición de las TIC, la inteligencia artificial (IA) y los algoritmos.

El acceso a la información requiere cada vez más instrumentos de democratización, y la comunicación y la cultura dan valor social al servicio de una sociedad libre y crítica. Es necesario reivindicar la independencia y los recursos de los medios de comunicación y del mundo de la cultura.

2. Pacto verde europeo (New Green Deal)

Asistimos a procesos de transformación del tejido productivo, muy condicionado por la digitalización y los requerimientos necesarios para frenar el cambio climático, que está lleno de incertidumbres. Las amenazas del cambio climático, el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad tienen una relación directa con la aparición de nuevos virus y enfermedades y, por tanto, con la protección de la salud y el bienestar de la ciudadanía.

Por otra parte, la digitalización tiene potencialidad y riesgos en lo que se refiere al trabajo ya la vida social. Hay que evitar la brecha digital que afecta a las personas y hogares más vulnerables y que puede incrementar las desigualdades.

La estructura económica catalana muestra profundos desequilibrios territoriales y sectoriales. Es necesario abordar de forma interrelacionada la emergencia climática, el reto tecnológico y la realidad demográfica para favorecer la superación de las debilidades estructurales de la economía y las necesarias transformaciones sistémicas que necesitan la participación de los agentes sociales.

El reto principal de este tiempo es transitar hacia otro modelo productivo y energético que transforme la economía y potencie a las industrias verdes para reducir los impactos y armonizar la producción y la vida en el planeta, garantizando una transición justa que mejore las condiciones de vida y eliminando desigualdades de clase y de género para avanzar hacia la equidad. Es necesario hacer una apuesta firme sobre la economía circular.

El mundo del trabajo verá la desaparición de unos puestos de trabajo y la creación de nuevos. Será necesario intervenir sindicalmente en los tráficos y hacerlo sobre distintas variables (formación, tiempo de trabajo, movilidad…) en la negociación colectiva y la concertación social.

La formación será primordial para conseguir una transición justa de los cambios profundos que se producen en el tejido productivo. Mejorar la capacidad de adaptación de los trabajadores y trabajadoras a los cambios requiere políticas de formación integral que garanticen la implantación de la cultura de la formación a lo largo de la vida.

3. Avanzar en igualdad

Las desigualdades sociales se alimentan de la precariedad laboral y del paro estructural y se profundizan por la debilidad de la acción protectora del Estado. Tenemos una estructura social con profundas desigualdades de clase y género que se cruzan con los componentes de edad y el de origen extranjero.

La cultura patriarcal está detrás de la persistencia de la división sexual del trabajo, que desvalora las tareas de cuidados, tanto en el ámbito doméstico y familiar como en el ámbito laboral. Unos trabajos que ocupan masivamente a las mujeres son uno de los factores de segregación ocupacional y de las desigualdades entre mujeres y hombres, y se realizan en condiciones de máxima precariedad. La brecha salarial es una realidad. La brecha de género es salarial, pero también ocupacional, de prestaciones, de pensiones y de salud, y debe ser tratada en diferentes ámbitos porque les afecta a lo largo de toda su vida.

Es necesario promover la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, combatir las desigualdades de género en la vida social y en el trabajo así como la brecha salarial de género, promover la igualdad retributiva, prevenir y luchar contra las violencias machistas, e impulsar la corresponsabilidad en la conciliación y en el trabajo de los cuidados.

Poner fin a las discriminaciones del colectivo LGTBI es una lucha constante en la construcción de una sociedad libre y más justa, es un valor para reforzar la democracia, y en el mundo del trabajo tenemos una alta cuota de responsabilidad para avanzar en derechos personales y colectivos en una sociedad plural y libre.

hay otras brechas al trabajo más allá de la de género, que hay que aflorar y combatir (generacional, de origen, discapacidad, digital…).
Brechas que se dan en el acceso, condiciones de trabajo y salarios. Hay que echar una mirada interseccional.

Las trabajadoras y trabajadores extranjeros, algunos en situación de irregularidad sobrevenida, están sobrerrepresentados en los sectores más precarios y en el trabajo sin contrato, y sumando su situación de dependencia legal multiplica la vulnerabilidad social por falta de acceso a prestaciones y ayudas.

El sindicato tiene el reto de atender y organizar las diferentes identidades personales y/o profesionales sin perder el concepto de clase trabajadora y de construcción de comunidad.

4. Trabajo digno y protección social

El trabajo es el centro de cualquier proyecto de vida digna porque teje una red de responsabilidad compartida y de cohesión social.
Queremos cambios que dignifiquen todos los trabajos y vidas.

El mercado de trabajo sigue instalado en un modelo de empleo de baja calidad y de bajo coste, como evidencian los altos niveles de precariedad, parcialidad no deseada, informalidad y pobreza laboral, con un claro sesgo de género. Necesitamos una respuesta a la precarización del empleo juvenil, puesto que la gente joven que accede al mercado laboral sufre mayoritariamente estas condiciones precarias. Nos hace falta una respuesta a la precariedad de la ocupación juvenil ya los obstáculos existentes para la emancipación de las personas jóvenes. Esto ocurre por una transición de la escuela al puesto de trabajo con garantías de calidad y con un salario digno. No podemos permitir que la gente joven que accede al mercado laboral sufra mayoritariamente condiciones precarias.

Las trabajadoras y trabajadores de los sectores esenciales notablemente feminizados, mayoritariamente los trabajos más precarizados y menos valorados socialmente, han sido los que han sostenido a la sociedad en la peor crisis que hemos sufrido en cien años. Los trabajos relacionados con la cura son esenciales para garantizar el funcionamiento social. En el espacio familiar y doméstico, las mujeres asumen mayoritariamente las cargas de cuidado.

Los sistemas de protección social y de pensiones son clave para garantizar la cohesión social y luchar contra las desigualdades de género. Se necesitan nuevas reformas para fortalecer la red de protección a la ciudadanía teniendo en cuenta las actuales condiciones del mercado de trabajo y la necesaria viabilidad del sistema de la Seguridad Social, especialmente de las pensiones, haciéndolas viables y suficientes.

La reforma laboral ha incrementado la precariedad, la siniestralidad laboral y la pobreza laboral. Es necesario recuperar el papel de la negociación colectiva y los equilibrios en las relaciones entre el empresariado y la clase trabajadora. Es necesario restituir el poder negociador de trabajadores y trabajadoras y conquistar derechos de participación sindical en las decisiones empresariales: sindicatos fuertes, negociación colectiva y capacidad de movilización son indispensables para constituir relaciones sociales de trabajo más democráticas y equilibradas y libres de discriminaciones.

Es necesario abordar las nuevas realidades del trabajo (autoempleo y trabajo autónomo, trabajo de plataforma digital, trabajo cooperativo y de economía social…) impulsando cambios legales y avanzando en derechos en la negociación colectiva.

Hay que abordar el debate de la reducción del tiempo de trabajo y regular el teletrabajo con visión de género. Los nuevos cambios del sistema productivo requieren un profundo debate sobre el reparto del trabajo.

Una vida y un trabajo dignos no pueden garantizarse sin un derecho como la salud. Necesitamos evitar los daños producidos por el trabajo y garantizar que las personas trabajadoras pueden recuperar su salud.

5. Fortalecer el estado del bienestar

Hay que poner a las personas en el centro de las prioridades políticas y que los servicios públicos desarrollen su función como garantía de derechos de ciudadanía. Queremos un estado del bienestar fuerte y, por ello, es primordial destinar más recursos a los servicios públicos y crear empleo público de calidad para que sean más ágiles y garantizar derechos desde la proximidad. El negocio no puede estar por delante del bienestar real de las personas ni de unas condiciones de trabajo dignas.

La proximidad es una potencialidad en la gestión de los servicios públicos, tanto en la prestación como en el control social sobre su provisión y calidad.

  • El sistema de bienvenida necesita una financiación suficiente y un modelo de base pública que prevea la salud preventiva, la investigación y la investigación, y que refuerce la salud asistencial y comunitaria.
  • Es necesario adecuar el sistema educativo y universitario a los retos actuales: revertir las tendencias mercantilizadoras, garantizar la función de servicio público, la educación a lo largo de la vida y la igualdad de oportunidades, y dotarle de recursos suficientes.
  • El modelo de servicios sociales con vocación asistencial y con inercia privatizadora debe transformarse hacia un sistema de gestión pública y de reconocimiento de derechos sociales.
  • Hay que abordar un cambio de modelo de atención a la gente mayor basado en la gestión directa pública y orientado a la preservación de la salud de las personas y que disponga de una carta de servicios que responda a la realidad actual y garantice su calidad.
  • La vivienda es una necesidad básica para el sostenimiento y reproducción de la vida, para la independencia y para el desarrollo personal. Es necesario disponer de un parque de viviendas a precios asequibles, sobre todo de alquiler, luchar contra la exclusión residencial y combatir la especulación.
  • Es necesario garantizar elequidad en el acceso a los servicios públicos y en los suministros básicos.

Una fiscalidad justa, progresiva y suficiente es imprescindible para llevar a cabo políticas redistributivas e inversoras. Cataluña y España tienen un amplísimo margen para incrementar la recaudación de impuestos impulsando una mejor redistribución de la riqueza, reduciendo las desigualdades sociales y potenciando la inversión pública en el desarrollo de una economía circular que signifique un verdadero cambio de modelo productivo. El debate fiscal es clave en los próximos años.

6. Una organización que se adapta a los nuevos retos

La transformación del tejido productivo está significando un cambio en el marco de las relaciones de los trabajadores y trabajadoras con las empresas, tiene una tendencia creciente hacia la individualización y el aislamiento laboral, el autoempleo y la externalización de los riesgos empresariales, y cada vez apuesta por estructuras más unipersonales.

La dimensión empresarial es cada vez menor y, al mismo tiempo, es más global e interdependiente de una cadena de valor más condicionada por la economía financiera. Son flujos de capital global que se contraponen a un tejido empresarial protagonizado por la pequeña empresa.

El sindicato estructura la organización de la clase trabajadora en dos ejes básicos: la afiliación y las elecciones sindicales en las empresas. Ambas están condicionadas por el marco legislativo, que se muestra insuficiente para evitar la pérdida de densidad sindical, que es la que, más allá del carácter representativo, mide la penetración del sindicalismo en la construcción de derechos en las empresas.

Esta densidad tiene causas globales y afecta a todos los países, pero en nuestro caso debe tener capacidad de respuesta, al igual que hemos podido preservar el carácter confederal y sociopolítico de nuestro modelo.

El sindicato debe adaptarse a un mundo del trabajo digitalizado, renovando sus instrumentos de gestión; tratando técnica y organizativamente el acceso a los datos que gestionamos -individuales, colectivas, personales y documentales-; invirtiendo recursos; adaptando organizativamente las estructuras sindicales, y desarrollando la transversalidad y la perspectiva de género.

Debemos potenciar la proximidad sindical y extender nuestra presencia a nuevos espacios de trabajo para dar respuesta a los cambios del tejido productivo. Y debemos hacerlo con una inequívoca visión feminista para garantizar una respuesta más justa socialmente.

Es primordial reforzar el carácter confederal profundizando en los marcos de cooperación entre federaciones y uniones territoriales que tienen un papel determinante en el desarrollo organizativo y en la extensión de la acción sindical de CCOO. Es necesario desarrollar políticas de proximidad que requieren estructuras más flexibles y participativas que incorporen nuevas formas de relación con los trabajadores y trabajadoras.

Debe reforzarse el papel de los sindicatos intercomarcales como punto de intersección del sindicato con los trabajadores y trabajadoras en la empresa, como punto de referencia de las secciones sindicales, como raíz de los espacios territoriales donde se desarrolla su acción sindical. Es necesario recuperar la masa crítica suficiente para dar respuesta desde la proximidad, adaptando sus estructuras, sus órganos de dirección y sus espacios funcionales. Y debe hacerse con mirada amplia y confederal, para favorecer y potenciar la cooperación interfederal en los territorios, definiendo objetivos de extensión y atención sindical, los cuales deben mejorar la densidad sindical.

Otro reto es reforzar la atención a las personas desde todas las estructuras del sindicato, con instrumentos tecnológicos que permitan mejorar la capacidad organizativa y convertir el contacto individual con los trabajadores y trabajadoras en propuesta colectiva de organización en las empresas. No somos una asesoría, somos un espacio de autoorganización de trabajadores y trabajadoras. En este sentido, es imprescindible reforzar los equipos de asesoramiento sindical y de los servicios jurídicos y su coordinación y sindicación.

Todo ello es una estrategia organizativa para adaptar el sindicato a los cambios que imprescindiblemente deben andar conjuntamente con la austeridad en la gestión de los recursos de los afiliados y afiliadas, la transparencia y la rendición de cuentas en un sentido amplio, y desde los valores éticos de una organización que construye y decide colectivamente su posición, que se sustenta en una apuesta clara por la democracia, la libertad, la solidaridad y la igualdad.