El mundo obrero dentro de la historia contemporánea: cuestiones y problemas

Debates de reflexión y acompañamiento dentro del marco del X Congreso de CCOO de Catalunya

El mundo obrero dentro de la historia contemporánea: cuestiones y problemas

Propósito

En este seminario subrayamos tres ideas principales que también se quieren destacar en el próximo Congreso de CCOO de Cataluña: volver a contactar con la gente, construir espacios de reivindicación con otros espacios sociales, y optimizar los recursos económicos del sindicato para volcarlos en la lucha en las empresas.

Con este debate básicamente se pretende analizar y reflexionar sobre lo que pueden aportar los historiadores y las historiadoras que estudian el movimiento obrero al conocimiento de la gente que representa y actúa en la actualidad como miembros de ese movimiento obrero. Éste es el elemento central que se ha querido promover con la organización de este seminario.

El seminario se ha distribuido en dos temáticas: la práctica historiográfica y el uso público, el uso político del pasado, y ha contado con la participación de Carme Molinero (UAB), Pere Ysàs (UAB), Maria Jesús Espuny (UAB) ), Olga Paz (UAB), Nieves Baena (URV), Steven Forti (UAB), Nadia Varo (UAB), Lola Carrión (UB), José Manuel Rúa (UB), Javier Tébar (FCG) y Miquel de Toro (FCG) ).


 
1. La práctica historiográfica hoy

Los cambios productivos que se han producido en los últimos 30-40 años han provocado una transformación en el papel del sindicato: los trabajadores muchas veces no se sienten representados por los sindicatos.

Los sindicatos no están de moda y están sufriendo una serie de ataques muy contundentes, en unos momentos en que son las únicas organizaciones cuya cierta potencia le queda a la clase obrera. Otros tipos de movimientos sociales están asumiendo una nueva perspectiva y una nueva importancia.

La influencia de las organizaciones sindicales no es actualmente la deseable. El movimiento obrero es un movimiento social, pero tiene sus especificidades y debe llegar de forma más efectiva a los trabajadores, más allá de los trabajadores de la función pública o de las grandes empresas, al conjunto del tejido empresarial (especialmente las pequeñas y medianas empresas).

El sindicato debe plantearse nuevos sistemas y formas de trabajar, y se plantea la pregunta de si las organizaciones sindicales son plenamente conscientes de los problemas y opiniones que se están extendiendo en este nuevo contexto social y de crisis. Esto supone una oportunidad para cambiar las relaciones y acercarnos a la sociedad, movimientos sociales, trabajadores, etc. El sindicalismo debería poder llegar a unas realidades laborales muy diversas, y debe reflexionarse en torno a estas realidades laborales.

La conquista de los derechos laborales se ha desarrollado en un proceso muy lento, en comparación con la rápida destrucción que se está sufriendo en el contexto de la crisis.

Entre el ámbito sindical y el universitario se está produciendo un problema de comunicación y transmisión de conocimientos. Los resultados de la investigación que se realiza en las universidades no llega a la mayoría de la sociedad. Pero es importante que cambie la forma de transferencia entre la universidad y el mundo obrero, pero también con la propia sociedad.

El modelo de sindicalismo es, en buena medida, un reflejo de la situación económica, social y laboral que estamos sufriendo, con un mundo laboral fragmentado y una industria difusa, con una gran diversidad de intereses de los trabajadores, a los que el sindicato se debe esforzarse por llegar, aunque sea difícil. Hasta ahora, la democracia no ha entrado realmente en las empresas, con prácticas que no permiten negociar determinados aspectos, especialmente en las pequeñas empresas. El sindicalismo debe repensarse, para encontrar un sindicalismo de proximidad, para asumir estos cambios que se han producido con el tiempo.

Los recortes están afectando a todos los ámbitos históricos y culturales, como lo demuestra el hecho de que no existe presupuesto por temas de políticas públicas de la memoria, la llamada “memoria histórica”, o de la investigación. También se ha producido una carencia de sensibilidad por parte de los políticos en este tema. Los gobiernos no han sido coherentes con sus propios planteamientos sobre la importancia de la investigación científica para salir de la crisis, que no son coherentes con sus políticas de recortes que se están aplicando a la educación y la investigación científica. Esto viene agravado por el hecho de que no se considera la educación en general y la educación superior en particular como elemento central de sus políticas.

Esta situación amenaza a todo el sistema de investigación, afectando especialmente a especialidades como la historia o las humanidades, totalmente prescindibles para los gobiernos actuales.

Los recortes también están provocando un vacío en el relevo generacional entre los investigadores, un problema que no sabemos cómo se va a resolver.

Los problemas de comunicación entre el mundo historiográfico y el mundo social y cultural viene agravado por el hecho de que se están eliminando las cadenas de transmisión entre estos distintos ámbitos.

En referencia a la relación entre el mundo historiográfico y el mundo sindical, deberían recuperarse espacios de trabajo entre las personas que realizan investigación y las que trabajan en el ámbito laboral, no únicamente sindicalistas, sino también abogados, laboralistas, etc. Un ejemplo de esta colaboración es el proyecto de cuadros que se desarrolló en CCOO de Catalunya o las iniciativas llevadas a cabo por la propia Fundación Cipriano García.

2. El uso público, el uso político del pasado

El pasado siempre ha tenido un uso político, y actualmente se está utilizando de una forma totalmente chapucera, como queda evidenciado en los gobiernos de derechas. Esto está ocurriendo, por ejemplo, en todo el debate sobre la independencia, en el que gran parte del discurso se está basando en “verdades históricas” totalmente desfiguradas. Los gobiernos están haciendo su propia política pública de memoria, aunque sólo sea por no hacerla.

Los historiadores están dispuestos a participar en el debate público, pero el problema es la carencia de canales. Se deben encontrar nuevas formas de transmisión, como por ejemplo el uso de Internet. En este sentido, debe huirse del academicismo. Se debe mejorar la competencia comunicativa para llegar mejor al conjunto de la sociedad.

En los últimos años se ha producido un incremento en el interés por la historia, quizá influenciada por la labor del Memorial Democrático, pero también por la actual crisis, para analizar si otros períodos similares han sido iguales en otros momentos históricos. A pesar de la valoración positiva de la trayectoria del Memorial Democrático, también es cierto que se ha desarrollado una coyuntura muy poco satisfactoria, provocando su arrinconamiento por parte del gobierno actual. Sin embargo, el silencio del Memorial hace mucho daño a la construcción de la memoria pública y de la propia investigación histórica.

También debe tenerse en cuenta que en los últimos tiempos entre los movimientos por la recuperación de la memoria y los historiadores se habían producido divergencias, por discrepancias sobre el uso del pasado. Esto plantea si la función del y la historiador/a debe ser legitimar o deslegitimar determinadas posturas sociales y políticas.

Debemos aprovechar las nuevas redes de comunicación, pero también debemos tener en cuenta que tienen sus limitaciones y déficits, entre otras, una masa de información sin jerarquizar su valor ya menudo anecdótica, cuando no claramente sesgada. Pero que alcanza una parte importante del conjunto de la sociedad. Por eso, sería necesario crear la necesidad social de entender la historia y el papel, la función social, de los historiadores, en tanto que especialistas pero también por su condición de ciudadanos. Es necesaria la participación de los historiadores en el ámbito público para contrarrestar la manipulación de la historia, pero también para mejorar la transmisión del conocimiento. Es necesario evitar la banalización de la historia que se está llevando a cabo en los medios de comunicación.

3. Consideraciones finales y propuestas

En resumen, este seminario muestra que debemos salir de este cruce y llegar a todos los ámbitos sociales con los que se pueden establecer alianzas.

También ha hecho evidente que debe existir un compromiso por parte de los historiadores con el conjunto de la sociedad: no podemos ser "neutrales", sino que debemos plantear, mantener los criterios de rigor y objetividad, y nuestra batalla en términos culturales e ideológicos al volante del conocimiento y la divulgación del pasado. Por eso es importante recuperar la militancia, como estamos haciendo con este seminario.

En general, debemos tener en cuenta que el formato memorialístico de la sociedad ha cambiado, y debemos hacer esfuerzos para entrar en estos nuevos formatos y en la medida de lo posible influir socialmente. Se proponen algunas iniciativas para ello:
a) Crear un seminario de debate estable, con cierta periodicidad, para debatir las cuestiones tratadas en el seminario o bien otras
b) Diseñar productos históricos y culturales para difundir en la Red (a través de Webs o de blogs)
c) Intervenir en la medida de lo posible en medios de comunicación que pueden representar una cierta alternativa a los grandes medios de comunicación
d) Valorar la iniciativa de un proyecto de radio específicamente de historia contemporánea.